...


Las abajo firmantes, siendo responsables con nuestras alumnas, compañeras trabajadoras y con nosotras mismas, queremos externar nuestro apoyo a la valiente iniciativa que implica el tendedero de denuncias que se colocó en la unidad.

Consideramos que es un ejercicio de visibilización de patrones de comportamiento que son contrarios a los valores que deben ser promovidos y garantizados dentro de nuestra comunidad académica. La mayoría de los señalamientos que ahí se hacen parten de la frustración de encontrar que hay actitudes, prácticas, lenguaje e interacciones normalizadas, que guardan formas de machismo, discriminación y violencias que son muy difíciles de denunciar y sustentar con pruebas. De igual manera, cuando se ha tenido la valentía de denunciar: las pruebas no son suficientes, los mecanismos legislativos universitarios y sus órganos resultan incapacitados para dar solución, y el proceso completo victimiza aún más a la persona que denuncia.

A través del tendedero nuestras compañeras, las más jóvenes, nos están enseñando a dejar de tener miedo de expresar estas situaciones. Trabajadoras y profesoras nos hemos unido en las denuncias. También nos están enseñando que debemos discutir todas estas actitudes, por más pequeñas e insignificantes que parezcan. Movimientos como el #MeToo y los tendederos de denuncias anónimas, no son actos de difamación ni linchamiento público, sino de reflexión, acción y búsqueda de cambio. Nos invitan a dejar de callar y normalizar, porque muchas de estas prácticas denunciadas nos hacen daño a hombres y mujeres.

La primera reacción de muchas de las personas que ahí aparecen ha sido de enojo, de negación y defensa. Reacciones comprensibles, sin embargo, el ejercicio que el tendedero invita a hacer es a reflexionar sobre nuestras acciones e interacciones, a entender que probablemente causan incomodidad a las personas que se atrevieron a colgarlas.

Si bien reconocemos los esfuerzos para atender los temas de violencia por motivos de género tanto de nuestros Consejos Divisionales, Consejo Académico y en Rectoría de Unidad, en los que muchas de nosotras hemos participado activamente, las denuncias anónimas en el tendedero son una manifestación de que aún nos faltan muchas estrategias en las cuales trabajar.

En lo inmediato, y para reconocer la importancia del ejercicio creemos necesario que las autoridades ofrezcan una respuesta más sensible, que vaya más allá de solicitar a los denunciantes que acudan a los canales legales para hacer las denuncias. Esto implica reconocer las dificultades de la legislación para dar una respuesta efectiva a este tipo de denuncias, sin minimizarlas. Un señalamiento no atendido es la seguridad de que continuará apareciendo y en mayor escala.

Debemos empezar a pensar en la universidad como un espacio transformativo tanto para alumnas, alumnos, trabajadores, trabajadoras, profesoras y profesores. Que todas y todos nos relacionemos en un espacio libre de violencia en todas sus formas y manifestaciones, libre de discriminación; en el cual se fomente el respeto, la igualdad, así como la integridad y seguridad personales; y que tengamos derecho a manifestarnos, ser escuchadas y escuchados, y a que, en la medida de lo posible, las denuncias sean atendidas, canalizadas y solucionadas.

Ver documento en PDF [157 KB]